Soraida Chindoy: la guardiana indígena que defiende de la minería a las montañas del Putumayo

Su oposición a la minería fue desatada por una tragedia. En 2017, ella y su familia estuvieron entre las cerca de 22 000 personas damnificadas por la avalancha de lodo que se registró en Mocoa.

El 9 de mayo de 1983, en las majestuosas montañas del Putumayo, en la Andinoamazonía Colombiana, nació una tradición arraigada en el pueblo indígena de los Ingas. Siguiendo las costumbres ancestrales, la placenta de Soraida Chindoy Buesaquil fue sembrada en la tierra, un ritual que simboliza la conexión profunda con la madre tierra, guiando al recién nacido a través de su vida y asegurando un crecimiento fuerte y seguro. Este acto, impregnado de significado, refleja la sabiduría de Concepción Buesaquil, partera y madre de Soraida, quien comprendía la importancia de mantener vivas las tradiciones de su pueblo.

Soraida, la octava de diez hermanos, creció en el Resguardo Indígena de Condagua, en un entorno donde la selva amazónica se encuentra con las montañas de los Andes. Desde temprana edad, aprendió a valorar y cuidar la tierra, siguiendo las enseñanzas de su comunidad sobre la siembra, la pesca y la recolección. A pesar de haberse mudado a Mocoa en busca de oportunidades laborales, nunca se desvinculó de sus raíces, manteniéndose siempre cerca de su tierra natal y su familia.

Ahora, a sus 40 años, Soraida encabeza la lucha de su pueblo contra la explotación minera, específicamente contra la empresa canadiense Libero Copper, que busca extraer cobre de las montañas sagradas de los Ingas. Esta resistencia no solo es un acto de protección hacia su territorio ancestral sino también una batalla contra el daño ambiental y social que la minería puede causar. La líder inga, con una visión clara y una voz potente, se ha convertido en un símbolo de la defensa de la tierra y la cultura frente a intereses extractivistas.

El caso de Soraida Chindoy y la comunidad inga es un claro ejemplo de la intersección entre la tradición y la lucha contemporánea por la conservación ambiental y la defensa de los derechos territoriales. Al sembrar la placenta en la tierra, se renueva el compromiso con la vida, la cultura y la preservación de la madre tierra, un legado que Soraida está determinada a proteger para las futuras generaciones.

La historia de Soraida no solo es un testimonio de la riqueza cultural y espiritual de los pueblos indígenas de Colombia sino también un llamado a la conciencia sobre la importancia de respetar y proteger nuestros ecosistemas y las comunidades que viven en armonía con ellos. En un mundo donde el avance de proyectos extractivos amenaza continuamente los territorios indígenas y la biodiversidad, voces como la de Soraida Chindoy Buesaquil son esenciales para recordarnos el valor incalculable de la tierra y la urgencia de defenderla.

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