Columnistas
19 de junio de 2025 | 16:41

El gran desafío: recargar acuíferos con agua desalada

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Opinión de Carlos Fredes García, Gerente de Desarrollo de Oneka Chile.

La crisis hídrica que azota a Chile no solo evidencia la magnitud del desafío, sino que subraya la imperiosa necesidad de soluciones innovadoras y de largo plazo para la gestión del agua. En este complejo escenario, la recarga artificial de acuíferos emerge como una estrategia inteligente y esencial. Permite ampliar la capacidad de almacenamiento subterráneo, garantizando así un suministro más seguro y sostenible en el futuro cercano.

Tradicionalmente, la recarga se ha focalizado en el uso de aguas superficiales. Sin embargo, gracias a la evolución normativa impulsada por la Dirección General de Aguas (DGA), ahora es posible infiltrar agua desalinizada y residuos líquidos tratados. Este avance representa un hito crucial, especialmente si consideramos que la desalinización se ha consolidado como una fuente hídrica clave en Chile, con 23 plantas operativas y otros 12 proyectos en desarrollo. Integrar esta creciente capacidad de desalinización con la recarga artificial no es solo lógico, sino absolutamente necesario para asegurar el abastecimiento futuro del país.

La viabilidad de esta propuesta está sólidamente respaldada por proyectos concretos. Un ejemplo es la iniciativa de Aguas Andinas en el acuífero Mapocho Alto, que busca almacenar el equivalente al consumo mensual de agua de 47 mil hogares. Asimismo, la Sociedad de Canalistas del Maipo implementó un proyecto piloto de recarga en la cuenca de Santiago entre 2016 y 2017, sentando importantes precedentes para su masificación.

No obstante, el principal obstáculo para la expansión de estas vitales iniciativas radica en la excesiva tramitación administrativa. Esta burocracia ralentiza su implementación y frena el avance. Simplificar estos procesos es una prioridad ineludible si buscamos un impacto real y en plazos razonables. Además, la adopción de tecnologías avanzadas, como sistemas inteligentes de monitoreo, y la reutilización de infraestructuras existentes, pueden transformar la eficiencia en la gestión del agua, asegurando su calidad y la continuidad en la recarga. Incluso, podríamos explorar la producción de agua desalada con energía undimotriz, lo que aceleraría la infiltración artificial sin depender exclusivamente de plantas gigantescas.

En síntesis, la recarga artificial, cuando se planifica y monitorea correctamente, se configura como una herramienta prometedora para enfrentar el estrés hídrico y fortalecer la resiliencia de Chile. Es momento de adoptar esta estrategia subterránea con la urgencia y visión que la crisis hídrica claramente exige.

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